
La primera jornada montañosa del Tour superó todas las expectativas. El tiempo perdido por las caídas, la ausencia de un escalador que atemorizase a sus rivales y los numerosos kilómetros contra el crono contrapuestos con las sólo tres llegadas en alto eran factores que hacían presagiar movimientos a las primeras de cambio. Pero se sobrepasaron las previsiones. Chris Froome ganó la séptima etapa, Bradley Wiggins se vistió de líder, el Sky devoró a sus rivales y sólo Evans y Nibali se perfilaron como alternativa a los británicos.









