El ciclista español del Movistar Team, Alejandro Valverde, visualiza un 2022 feliz, un año donde colgará la bicicleta y quiere que sea un año año especial.
Valverde dio una entrevista a RTVE en la víspera del fin de año, lo hizo en un polígono industrial a las afueras de Pamplona. El refugio donde autobuses, camiones, carros y bicis del equipo Movistar pasan el duro invierno navarro.
«Ahí está una Pinarello de las últimas de Banesto, la que tuve yo en mi primer año amateur ¡que me encantaba!», nos muestra entre orgulloso y nostálgico Alejandro.
«Al lado está la ´Bala 100’, la que me hicieron por mis 100 victorias (ya lleva 130…) y esa otra por la estatura debe ser una de Perico», relata el murciano con hablado de guía de museo.
Auténticas joyas ciclistas que cuelgan de una pared a escasos centímetros de una montaña de palets con el material de la próxima temporada.
El 2022 será un año de cambio en Movistar.
“Ha habido bajas, la verdad, un poco sorprendentes como el caso de Arri, para mí una gran persona, compañero y amigo. Es una pena que no siga aquí porque tiene la calidad suficiente, una auténtica maravilla, pero bueno…” reconoce abiertamente y lo dice justo después de abrazarse con su nuevo “jefe”, Patxi Vila.
El preparador navarro tras entrenar al mejor Peter Sagan (el de los tres mundiales consecutivos) cumplirá su tercera temporada en Movistar. Eso como técnico, porque antes ya vistió los colores de Banesto como ciclista. Vila será el encargado de coger las riendas de ese volante que ha soltado Arrieta.
En “su casa”, rodeado de bicicletas, más tranquilo que de costumbre, sin la prisa habitual de las carreras Valverde se explaya en la entrevista que nos concede a RTVE.
Reconoce, tal vez por primera vez, que en su vida deportiva se cebó en exceso con el Tour. Pero no se arrepiente. Ahí tienen su palmarés en las grandes vueltas y en las mejores clásicas si quieren pasar la tarde leyendo.
Nos habla de Pogacar, de Alaphilippe, de Eddy Merckx, esa leyenda que “come” en su misma mesa, y de uno de sus records que aspira a conquistar en 2022: la quinta victoria en Lieja que “este año estuvo cerca ¿eh?”.
Del mundial en Australia no dice nada. Porque lo que le gustaría es bajarse definitivamente de la bici en Lombardía. No en la Vuelta como estaba previsto. “Se me haría raro quedando todavía carreras tan bonitas del calendario” como la corsa de las hojas muertas.
Un epílogo italiano para cerrar heridas. Italia supuso un punto y aparte en su carrera: el Comité Olímpico Italiano denunció en su día al murciano por dopaje. Algo que le costó no sólo una suspensión final sino tener previamente que evitar carreras que pisaran suelo transalpino, como el Tour de Francia o el propio Giro de Italia. Esa penúltima grande en la carrera del Bala.
Ya consiguió subirse al podio rosa en 2016, el único que le faltaba en una grande. Así que este año va sin presión (ni fuerzas) para luchar por la classifica.
“Ya no tengo que luchar por ello porque lo tengo muy difícil, pero para luchar por victorias de etapa sí que me veo capaz” dice el que ha sido, un año más, el mejor ciclista español de la temporada. “Para mí es una buena noticia, pero para nuestro ciclismo…” intenta explicárnoslo… pero sin éxito, porque es difícil de entender.
“A los españoles nos está costando, el nivel medio ha subido mucho. Ahí está Pogacar, por ejemplo, que te gana en Valencia, en Lieja o en el Tour de Francia”. Valverde mantiene que 2022 será el salto definitivo para ciclistas como su compañero Enric Mas.
¿Y qué hará el Bala cuando se baje definitivamente la bici?
“Pues disfrutar de la bici” nos relata. Paradójico para aquel que no lo conozca. Quiere entrenar sin presión, ni límites, machacar cada domingo (aún más) a sus amigos de la grupetta y también estar en familia: “Llevar a los niños al fútbol (no le han salido muy ciclistas) o a clase de baile”.
Confiesa que en esta última temporada como ciclista se ha bajado el sueldo. Pero menos de lo que se dice.
El tema no era tanto económico sino el querer “despedirse bien encima de la bicicleta ya acabada la pandemia”. Veremos esto último.
Sobre su futuro rol dentro de Movistar, tiene dos años más de contrato, sin definir aún su puesto. Lo que sí tiene claro es que todavía no quiere coger el volante del equipo. “Primero hay que aprender, porque nos creemos que sabemos de ciclismo, pero no sabemos ni la mitad”.
Aprender para enseñar. Nuestro ciclista más brillante quiere iluminar a los más jóvenes. Y también ser una especie de embajador del equipo para poder decir desde dentro esas cosas que ahora se calla. Eso cuando se baje de la bici, porque sobre ella aún le quedan cosas que decir.