Oleg Tinkov abona una fianza de 23 millones para evitar ser extraditado

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La peculiar biografía de Oleg Tinkov sigue acumulando capítulos llenos de jugoso contenido. El millonario ruso de 52 años, antiguo propietario del equipo ciclista de Alberto Contador, ha tenido que abonar en Gran Bretaña una fianza de 23 millones de euros para no ser extraditado a Estados Unidos, donde quieren procesarle por fraude fiscal. Un tribunal de Londres le ha quitado el pasaporte, le prohíbe salir del país y ha ordenado colocarle un brazalete electrónico durante las 24 horas del día para tenerle localizado.

Desde que en 2016 se alejó del ciclismo, su nombre había dejado de sonar. Durante su paso por el pelotón no dejó de sumar enemigos, incluidos sus propios corredores. Su diana favorita fue Contador. «Es un trozo de mierda española y nunca volverá a ganar nada más. Es muy viejo y muy malo. La dieta le volvió loco y avaricioso. Mejor que se dedique a tener hijos si puede», le atizó al madrileño.

Tinkov nunca se ha escondido. «Todo el mundo me conoce en Rusia. Me gusta que me llamen millonario». Y adora el «capitalismo». Se aferró a él en cuanto lo descubrió: empezó comprando pantalones vaqueros a estudiantes tunecinos en Moscú. En Rusia, los tejanos eran un objeto de deseo. Tinkov los revendía y ahorraba. Luego llegó la perestroika y se buscó la vida en Polonia. Esta vez revendió aparatos electrónicos.

En Singapur se dedicó a los ordenadores, a comprarlos baratos y colocarlos caros en el mercado. Montó una cadena de tiendas con todo tipo de aparatos. Funcionó. La vendió. Invirtió esos cinco millones de euros en un negocio de comida italiana. Le fue bien. Le dieron 17 millones por él. Se metió en el mundo de la cerveza. Llamó Tinkoff, que rima con Smirnoff, a su empresa. Copó el mercado ruso. Se forró al venderla por más de 50 millones. Aplicó entonces su buen olfato y apostó por las tarjetas de crédito, por la banca. Más dinero todavía. «Ahhh. Adoro el capitalismo».

En una entrevista declaró: «Hay quienes disfrutan levantándose para trabajar desde la nueve hasta las cinco de la tarde, sin aprovechar la vida ni levantarse del sillón, y piensan que tienen una buena vida. Creen que los tipos como yo, montados en coches de lujo, somos oligarcas o excéntricos. Que piensen lo que quieran. Pueden continuar mirando la tele y comiendo pizza». Tinkov es un provocador.

Ahora ha topado con la justicia. En Estados Unidos le esperan con los barrotes de la cárcel abiertos. Para evitar ser extraditado, al menos de momento, ha tenido que poner una fianza de 23 millones de euros. Los tiene. Al fin y al cabo, es, como le gusta recordar, un «millonario».

FUente el Correo de España.