Primoz Roglic, de saltador de esquí a campeón de La Vuelta 2019

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En solo 6 años, el esloveno Primoz Roglic ha vivido una revolución personal y deportiva de lo más peculiar. Dejó los saltos de esquí en 2013 y en 2019 ha ganado la Vuelta, su primera grande, después de un cuarto puesto en el Tour 2018 y un tercero esta temporada en el Giro de Italia.

Roglic, parco en palabras y gesto de incomodidad permanente en sus comparecencias ante la prensa en los doce días que ha sido líder de la carrera, ya puede dejar de sonreír «en secreto». Su ambición y capacidad competitiva ya le ha regalado el tesoro que buscaba. Incluso se podrá permitir sonreír en público.

Roglic nació en Zagorje ob Savi «entre las montañas junto al Sava» hace 29 años, localidad de 17.000 habitantes famosa por las minas de carbón. La nieve invernal le impulsó a ponerse los esquís, y su inquietud lo encauzó hacia los saltos de esquí. Hasta hace 8 años destacó volando en la modalidad, donde llegó al título mundial juvenil por equipos en 2007. Como tenía complicado llegar a la elite probó con la bicicleta y con 22 años ya tenía claro que el ciclismo no se le daba nada mal.

En solo 6 años, el esloveno Primoz Roglic ha vivido una revolución personal y deportiva de lo más peculiar. Dejó los saltos de esquí en 2013 y en 2019 ha ganado la Vuelta, su primera grande, después de un cuarto puesto en el Tour 2018 y un tercero esta temporada en el Giro de Italia.

Roglic, parco en palabras y gesto de incomodidad permanente en sus comparecencias ante la prensa en los doce días que ha sido líder de la carrera, ya puede dejar de sonreír «en secreto». Su ambición y capacidad competitiva ya le ha regalado el tesoro que buscaba. Incluso se podrá permitir sonreír en público.

Roglic nació en Zagorje ob Savi «entre las montañas junto al Sava» hace 29 años, localidad de 17.000 habitantes famosa por las minas de carbón. La nieve invernal le impulsó a ponerse los esquís, y su inquietud lo encauzó hacia los saltos de esquí. Hasta hace 8 años destacó volando en la modalidad, donde llegó al título mundial juvenil por equipos en 2007. Como tenía complicado llegar a la elite probó con la bicicleta y con 22 años ya tenía claro que el ciclismo no se le daba nada mal.