-Está dejando claro en este arranque de año lo motivado que vive esta nueva aventura en el Trek. ¿Era eso lo que le faltaba? Se lo pregunto porque no se entendió que anunciara la retirada y luego diera marcha atrás.
-Cuando me planteé la retirada fue porque estaba pensando en marcarme plazos y reflexioné en voz alta. Pero claro, luego vas a las concentraciones, ves que los test son mejores que otros años, que estás para ganar… Y le prometo que soy sincero, otro factor fue el cariño del público. Este es mi trabajo, sí, pero también mi pasión. Ver que la gente disfruta contigo influyó.
-Cuando pensó en poner punto final, ¿qué veía cuando miraba atrás? ¿Con qué se quedaba y qué quería olvidar?
-Me quedo con todo lo que me ha dado la bici y lo que he disfrutado. ¿Olvidarme? He conseguido que mi cabeza expulse lo que no suma. Es inconsciente… y una virtud. Me permite siempre tener una actitud positiva.
-¿Nota el paso de los años?
-(Se toma una pausa) Deportivamente… en lo que más lo noto es en el peso. Necesitas más tiempo para llegar al peso-forma, cuesta más. En cuanto a capacidad de recuperación, a fuerza, me siento mejor que antes. ¿Explosividad? No, siempre he sido un ciclista al que los cambios de ritmo le vienen bien. Puedo atacar, parar, volver a atacar… Y estoy cómodo. Si corriese clásicas, quizá sí me influiría más.
-¿Y cómo se adapta usted al ciclismo actual, donde se mide todo al milímetro, cada esfuerzo, donde cada vez se habla más de vatios…? Usted ha vivido esa transformación.
-(Sonríe) Sí, ha cambiado bastante en estos años. Le diré que el tema de los vatios, por ejemplo, yo ya empiezo a utilizarlo a conciencia desde 2007, desde el primer Tour que gané. Pero le contaré una anécdota que quizá explique cómo he vivido esa transformación. En esta última Vuelta, en la etapa de Formigal, iba en el grupo de escapados y el Sky tiraba detrás para pillarnos. Íbamos dando relevos a tope intentando hacer diferencia y un corredor más joven, del que no diré el nombre, cada vez que nos cruzábamos en la ruleta de relevos me decía: ‘¡A seis!’. Yo pensaba, ¡a seis minutos no podemos ir ya! De hecho, me daban referencias de que sacábamos un minuto y algo, pero no seis. Además, éramos 13 o 14 corredores, no seis, ni había seis corredores del mismo equipo… Así que esperé a que volviésemos a estar al lado para preguntarle: ‘Oye, ¿a seis qué?’. Y me responde: ‘¡A seis vatios por kilo!’ ¡Me decía que debíamos dar relevos a seis vatios por kilo! (Risas). ¡Me dejó roto! Ahí pensé, estas nuevas generaciones…
-El Sky de Froome, dominador del ciclismo actual, ¿no representa un poco eso?
-A ver, yo soy partidario total de utilizar el SRM (medidor de potencia), para entrenar, es una herramienta inmejorable. Te hace subir el nivel y, además, es superobjetivo, porque independientemente del pulso que tengas, estés más cansado o menos, los vatios para ir a una velocidad son los mismos, siempre que se den las mismas condiciones de viento y aerodinámica. Pero sí es verdad que, en muchos casos, ir mirando los vatios bloquea las carreras. Ha habido mucho debate sobre si el pinganillo hace que los directores no dejen iniciativa. ¡Pues pregunte a los ciclistas! Cualquiera coincidirá en que ir pendiente de los vatios que estás moviendo bloquea las carreras.
-Ponga un ejemplo práctico para que el lector consiga meterse en situación.
-Sí. Vas en un grupo donde tira un equipo muy potente, por ejemplo el Sky, y te lleva con un ritmo muy duro. Tú ves que ya estás moviendo el máximo de vatios que haces en un entrenamiento. ¡Y sólo vas a rueda! Entonces dices, ¿para qué voy a atacar? Para salir del grupo, estar dos minutos delante y luego quedarme desfondado. Entonces, no atacas. Y no hay ese espectáculo que la gente quiere ver. Estoy convencido de que ese es el gran problema actual.
-Antes usted hablaba del cariño de la gente. ¿Quizá es porque usted aún representa ese ciclismo que el aficionado ha ‘mamado’, de atacar desde lejos…? No digo que usted sea el único, ni mucho menos, pero quizá el más representativo.
-Yo no me veo así, aunque a veces mi forma de correr coincida con aspectos de los que usted habla. Es verdad que las etapas que me recuerdan los aficionados son como la de Fuente Dé, Formigal, Alpe D’Huez… Días de ciclismo diferentes a los habituales.
-Porque quizá esas etapas en las que el ‘hombre fuerte’ pone un ‘tren’ de compañeros, desgasta al grupo y remata con un ataque en los últimos kilómetros, es espectacular, pero ya lo ha visto antes. Cuando usted se ha salido de esa pauta… ¿ha sido porque corre diferente o porque no ha tenido equipo para hacerlo y no le quedaba más remedio?
-No se equivoque, yo también he tenido equipos muy potentes. Aunque quizá es verdad que no estaban organizados o estructurados de forma tan meticulosa. Pero es que el ciclismo tiene eso, y volvemos a lo de antes… Ahora, mirando los datos que da el SRM, tú puedes compararlos con el podio del Tour y saber, más o menos, a qué nivel estás. Antes también se usaba, pero no de la forma tan medida que se hace ahora. El ciclismo ha cambiado mucho.
-Tanto que hasta últimamente se habla de un nuevo dopaje, el tecnológico. ¿Qué opinión tiene sobre el tema de los motores en las bicicletas?
-Se le ha dado mucho bombo, tal vez porque en ese momento no había noticias, o porque vendían más… Desde dentro, creo que ningún ciclista profesional de élite en una carrera ‘top’ se le puede pasar por la cabeza usar un motor. Me parece algo completamente ridículo. En ningún momento he pensado que competía contra alguien con motor en la bici.
-¿Qué tal se lleva con los rivales? Con otras figuras españolas, caso de Purito o Valverde, parecía que mantenía cierto pique.
-Me llevo bien, esa impresión es algo más de la prensa. Al final, todos sabemos lo que cuesta ganar, prepararse, jugarse el tipo en las bajadas… Somos rivales, pero con respeto. Destacaría eso en este deporte. Evidentemente, luego prefiero ganar yo la carrera a que la gane otro (risas).
-¿Cree que el aficionado español va a tener en un plazo corto nombres como Valverde, Purito o usted mismo?
-Es responder sin saber. Creo que están saliendo corredores de calidad, pero dependerá de cómo vayan madurando. Quizá ahora no podemos señalar alguno que haya explotado de manera grande, pero yo soy optimista. Que nadie piense que cuando colguemos la bici se va a acabar el ciclismo en España.
Fuente As.com