En dicha charla, que se produjo después de participar en una carrera de 24 horas en bicicleta de montaña el pasado fin de semana, Armstrong se mostró tal cual es: directo, pero con un cierto grado de soberbia: «La gente no debe olvidar el trabajo duro y el esfuerzo de los corredores, incluso si se dopan al mismo tiempo. No todo es blanco o negro».
El texano vivió una época dorada en el US Postal (1998-2004). Siete Tour de Francia de manera consecutiva que le auparon al olimpo del ciclismo, donde jamás nadie había llegado. «En el equipo la mentalidad estaba clara: teníamos la mejor tecnología, entrenamos como nadie, el mejor reconocimiento, las tácticas más inteligentes, el mejor director, el túnel de viento, una dieta exhaustiva… Eso no debe pasar desapercibido», asegura un Lance un tanto nostálgico de su época como corredor.
Un mito que marcó una década en el ciclismo y que cayó en saco roto en 2012: «Sé que hay muchos que sienten que tengo que ser castigado severamente, y les entiendo, pero mis errores ya han sido duramente castigados. Algunos de ellos son públicos, pero otros no para no hacer daño a mi familia». Una leyenda que pasó de estar en lo más alto a caer a lo más bajo de la noche a la mañana. Juzguen ustedes.