Le tiene Tadej Pogacar (UAE Team Emirates) la medida al Giro de Lombardía, el último de los monumentos, la guinda que cada año pone punto y final a lo más importante del calendario, quedando sólo en liza un puñado de carreras exóticas con las que seguir estirando un chicle que, a veces, parece no tener fin.
El esloveno, que ganó en 2021, que ganó en 2022, quería regalarse un triplete para enmarcar. Y vaya si lo hizo el bueno de Tadej, que salió decidido a hacer historia en la clásica de las hojas muertas, a pesar de que en las últimas carreras no se había visto su mejor versión, esa que durante la primera mitad de la temporada devoró absolutamente todo.
Pogacar, que antes de la caída en Lieja ya se impuso en Flandes, Amstel y Flecha Valona, quería acabar el curso recuperando esa sonrisa que, aunque jamás le abandona, sí había estado mezclada desde el mazazo del Tour con muecas de tristeza. El Mundial que se le escapó en Glasgow tampoco ayudó a aliviar la pena de París.
Demasiados meses sin ganar para un Caníbal como él, que desde las etapas de julio en Francia no levantaba los brazos. Sí lo hizo en Bérgamo, donde pasó de príncipe a rey con una victoria de esas que sólo están disponibles en el menú de los más grandes.
Y es que el esloveno, al que sólo unos calambres en la parte final de la carrera estuvieron a punto de acabar con él, venció porque fue el mejor. El mejor y, claro, el más listo. Porque fue el que maniobró a la perfección cuando la carrera empezó a agitarse, a falta de 38 kilómetros –de los 238 totales-, momento en que el UAE preparó el ataque de Adam Yates.
El movimiento del británico desató la tormenta. Con él se llevó a un desconocido Julian Alaphillippe (Soudal Quick-Step), quien sigue sin encontrar su cara buena, esa que daba miedo en este tipo de carreras durante un lustro, y después llegó el resto, con Primoz Roglic (Jumbo-Visma) a la cabeza. La primera gran víctima fue Remco Evenepoel (Soudal Quick-Step), fuera de combate.
Adam fue el encargado de controlar el ritmo de los elegidos, hasta que el gallinero se revolvió de nuevo. Woods (Israel Premier Tech) y Alexander Vlasov (Bora-hansgrohe) quisieron dar vida a la carrera a falta de algo más de 34 km, haciendo una nueva selección en la había otros hombres como Richard Carapaz (EF Education EasyPost) o los Yates.
Pero Pogacar no quería cortes tontos, por lo que saltó desde atrás para cerrar el hueco. También lo consiguieron Primoz Roglic (Jumbo-Visma) y un muy buen Carlos Rodríguez (INEOS Grenadiers). Cuando ambos llegaron al grupo de cabeza, saltó Tadej Pogacar. Cambio de ritmo y la carrera por los aires.
Carapaz no pudo cerrar los metros que abrió el esloveno y éste se marchó a falta de 33 km. Pronto saltó Vlasov a su rueda y un par de kilómetros después llegó Roglic. El duelo más esperado estaba servido. Simon Yates (Jayco-AlUla) y Andrea Bagioli (Soudal Quick-Step) también alcanzarían enseguida la cabeza.
Y en el descenso que comenzaba restando 31 km para el final, Tadej Pogacar volvió a moverse. Ahora para siempre. Nadie se atrevió a lanzarse a por el líder del UAE Team Emirates, quien llegaría en solitario a meta. El resto, a 51 segundos del rey de Lombardía.