No hubo lluvia y barro como en la edición anterior, pero la París Roubaix 2022 volvió a regalar un espectáculo sublime a los fans del ciclismo gracias al pundonor de un puñado de ciclistas empeñados en hacer historia. Desde el pasado Mundial de Bélgica no se veía una prueba de esta características donde hubiera acción desde tan pronto. Faltaban más de 200 kilómetros y la carrera ya se volvió lunática.
Mathias Norsgaard y Stanislaw AniolKowski fueron los primeros valientes en abrir unos segundos de ventaja respecto al gran pelotón. Todavía quedaba un mundo y fueron cazados minutos después, pero su movimiento hacía presagiar que la carrera no iba a ser precisamente tranquila.
Ineos y QuickStep fueron los equipos más entonados al inicio. Los que parecían disponer de más ambición en una carrera llena de sobresaltos y donde siempre gana la incertidumbre. Los británicos encendieron los primeros compases con un Ganna majestuoso, pero su pinchazo provocó que la carrera cambiase por completo. Los abandonos como el de Tim Declerq, fueron sumándose poco a poco.
Van der Poel, Van Art, Kung, Van Baarle y Pichon, el grupo de los grandes candidatos, se pusieron a perseguir ‘en serio’ a falta de 44 kilómetros para el final. Lucía el sol en Francia, pero la carrera prometía tormenta. Mientras tanto, el gran favorito Van der Poel parecía seguir la misma estrategia que ha realizado durante toda la primavera: ‘esconderse’ como un cualquiera en el grupo para atestar el golpe definitivo en el momento clave. Por delante, eso sí, seguían los Mohoric, Lampaert y Devriendt haciendo un auténtico carrerón.
Un sobresalto tras otro
Fue en ese tramo, antes de los fuegos artificiales, cuando Van Aert pinchó por segunda vez. Por suerte, la pudieron auxiliar pronto. Pero, entre el abanico inicial y las dos averías, su cabeza pudo ir perdiendo fortaleza en una carrera que parecía cruzada. Por delante, Mohoric, Devriendy y Asgreen seguían haciendo camino sin sorprender a nadie. A ellos se les añadió Van Baarle. Con más de 40» llegaron al decisivo Carrefour de l’Arbre. Antes, Stuyven se fue al suelo. Esta carrera no perdona.
Van Baarle juega a ganar
El neerlandés movió su ficha a 18 km de meta. El talentoso corredor de Ineos aceleró en el Champin-en-Pevele, un tramo duro de adoquín, para irse en solitario. Llegó al grupo de favoritos (después de haberse descolgado 20»), cogió aire y lo probó a las primeras de cambio. El resto de compañeros de fuga, Mohoric y Lampaert, quedaron noqueados. El movimiento hacía bueno el esfuerzo de su equipo durante toda la carrera. Ellos fueron los encargados de crear los abanicos donde se desgastaron el resto de hombres importantes.
Van Baarle, que en principio correrá el curso que viene en el potente Jumbo, se llevó la carrera con más de un minuto de ventaja. Entró al velódromo exhausto tras ganar con gran autoridad. Van Aert y Kung le acompañaron en el podio final.