Román Villalobos intentó quebrar la historia de los ciclistas élites quienes salvo el caso de Andrey Amador, no logran terminar el mundial élite.
VIllalobos fue retirado cuando le restaban 100 kilómetros a meta, el nacional aguantó la primera de las vueltas al circuito en Innsbruck pero para la segunda el kilómetraje le pasó factura, esto cuando la carrera superaba las 3 horas de carrera.
EL bala le pegó al oro.
La exhibición del equipo español y la buenísima forma de Alejandro Valverde, el rematador, nos han regalado la primera medalla de oro del equipo español en los Mundiales de carretera desde la de Óscar Freire en 2004. El recorrido más duro desde entonces era el que daba la oportunidad al murciano de conseguir su séptima medalla, la primera de oro, tan buscada y tan bien conseguida a los 38 años de edad.
Estamos ante un grandísimo corredor de leyenda, sobre el que se agota todo adjetivo. ¡Grandísimo Alejandro Valverde»
El francés Romain Bardet alcanzó la plata ante la decepción del líder de su selección, Julian Alaphilippe, que quedó preso en las cuestas del 28% del llamado ‘Infierno’ de Gramartborden.
El bronce se lo lleva Michael ‘Rusty’ Woods, el canadiense que realizó una enorme última subida y creó las condiciones para el remate final de Valverde.
Tom Dumoulin hizo la ascensión infernal en zig-zag, pero su pundonor le permitió enlazar con el trío de cabeza en el descenso. Después no pudo hacer nada en el esprint, completamente vacío por el esfuerzo al final de durísimos 258,5 kilómetros bajo un sol veraniego aquí en el Tirol.
Prueba de la dureza es la criba que se fue gestando a lo largo de las siete vueltas al llamado ‘circuito olímpico’, una oportunidad mágica para la selección española y su líder incontestable, por el que todos sus compañeros, Jesús Herrada, Omar Fraile, Ion Izagirre, Jonathan Castroviejo, David de la Cruz, Mikel Nieve y Enric Mas trabajaron al unísono en las tareas necesarias para que el genial murciano no gastara ni un gramo de fuerza más de lo preciso para darlo todo en unos últimos kilómetros intensos, de nervios, brutales y, finalmente, muy felices para toda la delegación española y, se puede decir también, para un público arrojado literalmente a los pies del campeón murciano. Como si hubiera ganado todo el mundo.
Alejandro se haró de llorar. Lo de esta tarde en Innsbruck ha sido la culminación de una carrera de 17 años que aún durará «al menos hasta Tokio 2020». Peter Sagan, último campeón del mundo, ininterrumpidamente desde 2015, le entregó los trofeos en el podio. El eslovaco no resistió la intensidad y se dejó ir a mitad de carrera.
Los abrazos del presidente de la Federación, José Luis Löpez Cerrón, fueron cerrados, la alegría era inmensa. Como también lo era la de Óscar Freire, que subió al podio a aplaudir y felicitar a su sucesor español con el maillot arcoíris. Un premio que se disfruta a año completo. Y toda una vida.
VUELTA A VUELTA, ACCIÓN A ACCIÓN
La fuga de 11 corredores a los 15 kilómetros alcanzó largo vuelo. La componían dos irlandeses (Dunne y Mullen), un danés (Asgreen), un checo (HInk), el luxemburgués Didier, el sudafricano Van Rensburg, el kazajo Fominkhyn, el canadiense Britton, el bielorruso Koshevoy, el sueco Ludvignsson y el noruego Laengen. Unos kilómetros después, en la cima de la subida de Gnadenwald (5 km al 7,1%), la diferencia superaba los 19 minutos. Por detrás, el ritmo de austriacos y, sobre todo, franceses, empezó a acelerarse para tapar una hemorragia demasiado fluida.
En cuanto las diferencias entre la cabeza y el pelotón se redujeron en un par de minutos, llegó la estabilidad bajo un sol de lo más luminoso y agradable. La primera vuelta al circuito (km 95) y por tanto el primero de los siete pasos por Igls (8 km al 5,7%) el hueco era de 17:28 minutos; en el segundo (km 120), 16:23. Y ahí empezaba a sentirse la influencia de la selección británica, que colaboró con un hombre para reducir distancias (Stannard), junto a un francés (Roux), un esloveno (Tratnik) y un austriaco (Postlberger).
A cinco vueltas del desenlace (km 143) la distancia se había reducido, gracias a los citados impulsos en el gran grupo, a 13:55 minutos. De esta forma se recuperaba lo matemáticamente necesario para dar por acabada la fuga de los 11: dos minutos y medio de recorte por vuelta (24 kilómetros).
Al final del cuarto recorrido del circuito, Didier se descuelga del grupo de cabeza. Detrás, el francés Warren Barguil pincha, va detrás de un coche y se cae en una curva. Se ve obligado a abandonar. Y al comienzo de la quinta vuelta, también pierden la cabeza de carrera los dos irlandeses, Dunne y Mullen, uno detrás del otro. No es más que el comienzo del derrumbe de una fuga que rozó los 20 minutos de ventaja. Pero el recorrido bajo el sol es duro. Y detrás, a siete minutos, el pelotón de favoritos aprieta el paso.
En el pelotón el ritmo es ya muy vivo, con los eslovenos al frente, esa velocidad la acusa el triple campeón del mundo, de arcoíris desde Richmond 2015, Peter Sagan. No está en condiciones de defender su corona, como se esperaba. Un belga ataca y lo reduce un italiano. España reacciona en cabeza del grupo.
Jonathan Castroviejo empieza a aplicar su medicina en el pelotón principal, los británicos relevan al vizcaíno con Tao Geoghegan, que añade más revoluciones. Todos los españoles están en el primer tercio del grupo, vigilantes.