Primero fue un ciclista de altos vuelos. Después, lo sacudió el dopaje, lo que dinamitó su brillante carrera deportiva. Y ahora, finalmente, se ha convertido en un distribuidor de marihuana: El estadounidense Floyd Landis, ganador del Tour de Francia en el año 2006, por fin le ha encontrado un sentido a su vida: vende cannabis y productos relacionados con la ‘María’ en su casa de Colorado.
La última final en alto del Tour de Francia de 2006 dejó una estampa para la historia. Floyd Landis se fugó a falta de 130 kilómetros, a la antigua usanza, para llegar en solitario a la cima de Morzine, tras cinco puertos, y recuperar los minutos perdidos en la jornada anterior.
Óscar Pereiro y Carlos Sastre no daban crédito ante la exhibición épica del estadounidense. En la decimosexta etapa, la anterior, Landis llegó a diez minutos del ganador, Michael Rasmussen, y perdió ocho minutos ante Pereiro, que era líder. El español no conservó el maillot amarillo por mucho tiempo (aunque luego lo disfrutaría de por vida) porque el corredor del antiguo Phonak ganó en Paris su trofeo más efímero: iba dopado.
Landis llegó hasta arriba de testosterona en Morzine. Esa sustancia, que aumentó la capacidad del deportista, fue la razón de su sorprendente recuperación, muy diferente a la que ha elegido ahora. Es el cannabis el que le ayuda a ser feliz.
«Coger la bici es algo que no suele pasar a menudo», declaró el corredor a ‘Cyclingnews’. Y es que el exciclista ahora dedica su tarea profesional a un ámbito muy distinto. Landis, de 41 años, regenta una empresa de parafarmacéuta en Colorado junto a su socio, también excilista, Dave Zabriske, de 38 años de edad. Su marca, ‘Floyd’s of Leadville’ (Leadville es una pequeña localidad de Colorado), cuenta con más de 25 productos terapéuticos, muchos de ellos prohibidos en otros estados. El CBD son sus pastillas estrellas. Un analgésico con un ingrediente especial: 20 mg de cannabidiol en cada porción.
El CBD, su producto estrella
«El uso terapéutico del cannabis no debe ser ignorado». El estadounidense, que comenzó su andadura profesional con una bicicleta de montaña, defiende así sus cápsulas de gelatina elaboradas con aceite de cannabis.
El CBD es un suplemento diario que, a parte de actuar como analgésico, «puede reducir la tensión muscular y la deshidratación del entrenamiento», según la página web de la propia empresa. Según parece, Landis se ha especializado en productos de aceites que contienen cannabis y asegura la mayor fiabilidad: «Son preparados bajo licencia farmacéutica para maximizar los beneficios para la salud», exponen desde la empresa.
Landis pretende exportar su producto de Oregon. A orillas del pacífico presentaron el CBD, bajo un patrocinador de cerveza artesana, su nuevo producto antiinflamatorio y beneficioso para la salud. En la restante extensión norteamericana aún está por ver. «Me gusta estar en Colorado, el mercado es grande», dijo Landis, quien pretende trabajar en la legislación de otros estados.
«La industria del cannabis está creciendo rápido y me siento afortunado de tener una oportunidad de desempeñar este papel». Y es que el uso del cannabis de forma recreativa en Colorado dio el salto a la legalidad en 2014 tras cinco años de uso permitido en su función terapéutica.
Una operación política que abrió la puerta a una industria multimillonaria. Allí, cualquier persona mayor de 21 años puede consumir pequeñas dosis de esta droga en un mercado con un amplio abanico de productos.
«Estaba preocupado por la gente y quería trabajar para que sus vidas fueran mejores». Mejorar la calidad de vida de las personas fue la principal motivación de Landis, que presenta «una alternativa a los analgésicos adictivos», que él mismo tuvo que tomar para paliar el dolor crónico que sufre debido a una osteonecrosis en su cadera.
El ciclista se sometió a una intervención quirúrgica en 2006 para reemplazarla. “Durante años me apoyé en analgésicos opiáceos para tratar mi dolor de cadera. Con el cannabis, encuentro que puedo manejar mi dolor y tener una mejor calidad de vida. Tenemos que dar a la gente una alternativa más segura», afirmó quien destapase el dopaje de Lance Armstrong, de quien fue escudero en el ya también desaparecido US Postal.
La ascensión al Izoard de la pasada edición del Tour de Francia le pareció aburrida al de Farmersville, que ni siquiera se esperó a que Warren Barguil se adjudicase la etapa: «Creo que ganó Froome». «El ciclismo nunca será genial, siempre estuvo entorno a las drogas desde el primer día», dijo el exciclista que cargó contra los organizadores, tachándoles de hipócritas por no invitar a UIlrich en la etapa inaugural del tour Francia que comenzó en territorio alemán este año.
«Es otra demostración de su inconsciencia con la aplicación de su llamada ética». «Ustedes son los malos», le dice a los miembros de la UCI. «Todos sabían que estaban dopados y lo aceptaron, luego, esos mismos, crearon la agencia antidopaje. Ellos hacen dinero con esto y luego los tiran debajo del autobús», sentenció.
La vida de Floyd Landis siempre ha estado expuesta a severas transformaciones. Comprar una televisión fue motivo de una de sus muchas discusiones con sus padres en Lancaster, donde nació en 1975.
No por problemas económicos, ni mucho menos, sino por su condición de menonita, una grupo religioso anabaptista con unas reglas bastante estrictas: vivir ajenos al consumismo. Ni coches, ni electrodomésticos, pero Landis quería ver el Tour. Motivo por el que huyó con 17 años junto a su bicicleta para convertirse en ciclista profesional y poder ser feliz.
Sus padres se saltaron entonces otra regla para viajar a Francia y poder ver a su hijo. Una sustancia como el cannabis, otra de las cosas prohibidas en su comunidad nativa, es el elemento sobre el que ahora gira su vida.