El doctor Félix Murillo sostuvo una extensa charla con CRCiclismo y nos dio una pincelada histórica sobre el Ciclismo de pista, el Velódromo nacional y un problema que parece de nunca acabar.
El Velódromo Nacional de Costa Rica, ubicado en el Parque de la Paz, se nos cae a pedazos y nadie hace nada. Lo peor de todo, es que esta historia no es nueva.
Cuenta el doctor Félix Murillo que en la época en la que Rafael Ángel Calderón fue presidente, le pidió que estuviera en el Consejo de Deportes y lo que se le hace más interesante fue que su interés por el velódromo de alguna manera estuvo ligado con el dopaje.
La historia es larga, pero digna de leer desde el principio hasta el final.
Recordó que había dos miembros que para él, y lo dice con mucho respeto, llegaron al Consejo nada más para destruir la Comisión Nacional Antidopaje que había formado la Dirección de Educación Física y Deportes. Y lo lograron, entonces nombraron a una gente que nunca se reunió ni una vez, y renunciaron.
Debido a su afinidad con el béisbol, Rafael Ángel Calderón los nombró a Mario Guzmán, que era beisbolista, y a él. Ahí se encontró con Sandra Jiménez y con doña Clemencia Conejo. Estando ahí, se volvió a hacer una Comisión Nacional Antidopaje, que ya arrancó, de verdad, pero a la par de eso, se encontró con que estaba haciéndose el velódromo, así que investigó qué era lo que había pasado, no estaban claras las razones por las que se estaba haciendo, pero se estaba haciendo, incluso.
Pero era un velódromo que se pedía desde hacía muchos años. Hubo un equipo que decía que Costa Rica necesitaba un velódromo. Glauco Pinto (qdDg) hablaba de eso, y muchos también lo hacían, pero al igual que el propio Félix Murillo, ninguno sabía nada del velódromo.
“Cuando yo estaba en el Consejo, tuve la oportunidad de pelear y luchar junto con esas personas para que se hiciera el velódromo, es interesante, ¿por qué? Porque hubo un momento, muy bonito, que ahí están las actas, para los que quieran ir a revisarlas: uno de los miembros del Consejo pidió que el dinero que se estaba gastando se suspendiera y se trasladara para ponerle iluminación nueva al Estadio Nacional. O sea, que no se usaran los fondos para construir el velódromo, sino para ponerle iluminación al estadio”, relató el Dr. Félix Murillo.
En el Consejo Nacional de Deportes había cuatro miembros que habían sido deportistas de verdad, y no estaban de acuerdo con ese planteamiento.
La votación quedó 4-3. Entonces, en la otra reunión, volvieron a solicitar revisión del artículo y se hizo el velódromo. Eso fue entre 1993 y 1994.
El velódromo se hizo, se inauguró y recordó que en ese momento él no conocía a Pepe Peláez, ni a Pedro, ni a ninguno de los que estaban ahí. Y cuando se inauguró fue con Rafael Ángel Calderón, Aida Fishman y Rodrigo Pacheco López.
“Yo tengo que decir que la Federación no hizo nada; eso lo hizo el Consejo Nacional de Deportes. Eso es del Estado, eso no es de la Federación, es del Estado. Eso lo construimos todos, por decirlo así. Se hizo eso y alguien, no sé quién porque no sé, puso una placa ahí con los nombres de todos los de la Federación. Y años después, esa placa desapareció”.
Ahí no había seguridad de ningún tipo y los dueños de lo ajeno se la llevaron, posiblemente terminó en una chatarrera. Hubo que traer de El Salvador gente con bicicletas para que dieran vueltas allí, inaugurando ese velódromo.
El Dr. Murillo y otras personas se cansaron de verlo en abandono y hasta lograron hacer otro recarpeteo maravilloso, que ahora entiende que ya está perdido también. Pasó de quitar el zacatal, pintarlo y ponerlo bonito a darle vida, con bicicletas. Y había de todo gracias a su esfuerzo y su buena fe.
Se hizo una Asociación Deportiva de Ciclismo de Velódromo y Jorge Muñoz, quien era el director del ICODER le ofreció a la Federación Costarricense de Ciclismo (FECOCI) que administrara el velódromo.
Pero el presidente de turno de los pedales ticos respondió que la Federación no podía manejar un carro sin ruedas, porque el velódromo no tenía malla, no tenía un montón de cosas que faltaban, porque se había hecho la primera parte. Y así se quedó.
Entonces, ante eso, Jorge Muñoz les pidió que hicieran una asociación.
“Se hizo la asociación y el velódromo, digamos, el presidente de esa época, no me acuerdo exactamente quién fue, creo que era don Glauco, firmó un convenio con la Dirección General de Educación Física y Deportes para poder meter gente y hacer actividades. Ahí empezó y estuvo muy bien, me acuerdo que Héctor Campos fue un baluarte en eso”.
Había competencias los jueves en las noches, las cronos por equipos y eran bonitas actividades.
Con su capacidad comercial, Héctor Campos consiguió que el velódromo se llenara de rótulos y de ingresos. Así se logró hacer la malla alrededor, que no la hizo el ICODER, sino que la hizo la Asociación. Con ese hecho ya se estaba evolucionando.
Las primeras bicicletas de pista aquí eran artesanales, eran bicicletas de ruta con los marcos modificados, se les cambió la patilla atrás, se les puso una que era como el tenedor para que quedaran como bicicletas de pista.
“Con esas fuimos ahí y después se participó en Maracaibo, en unos Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe. Y me acuerdo ver a Carlos, el hijo mío, bravísimo, porque decía que los de Jamaica y los otros que habían ahí, que tenían unos bicicletones y todos iban a ver las bicicletas de nosotros para burlas. Era algo muy artesanal”, rememoró.
Pero todo eso refleja la historia del velódromo donde no había nada y que era tierra de nadie. Y fue el Dr. Murillo y su familia quienes pusieron dinero de su bolsa para levantar ese velódromo.
“Vea, cuando me tocó ya a mí ser el presidente de la asociación, había que hacer presupuestos para presentarlos primero a la Dirección y luego al ICODER. El presupuesto en realidad tenía que ser para las actividades del desarrollo del ciclismo de pista, pero no había una parte que fuera para infraestructura”, relató.
Ahí le daban desayuno, almuerzo y cena a muchos muchachitos que no tenían nada, que llegaban ahí, no sabe si tal vez por entrenar, o por comer. Y él afirma que en ese momento se gastaban unos dos millones de colones por mes, incluyendo la parte de actividades deportivas que se hacían.
“No era prioridad para los entes estatales estar metiendo plata en el velódromo. Y por eso se fue deteriorando. La última vez ya no se podía casi ni andar ahí, a pesar de que tengo todas las fotos y videos de donde nosotros estábamos con los muchachos, poniéndole cemento a todos los lugares donde se había abierto la pista. Y, por fin, me acuerdo que Alba Quesada colaboró muchísimo en eso, que era la directora del ICODER. Y se hizo una pista nueva”.
Añadió que cuando se hizo la remodelación, fue después de un viaje que tuvieron a un Campeonato Panamericano. Se guardaron las bicicletas, todas las que se habían conseguido, mientras se hacía la pista. Pero los arreglos tardaron unos nueve meses y fue cuando les robaron prácticamente todos los marcos de carbono que tenían de competencia.
“Hubo un momento en que ya sin ayuda del ICODER y menos de las federaciones, de las juntas directivas de las épocas hasta en las que yo estuve, no había manera de que entendieran que el ciclismo no era sólo el ciclismo de ruta, que ese fue otro pleito que tuve”, destacó el Dr. Murillo.
Indicó que él tiene guardadas lo que llama las cartas de la vergüenza, donde presidentes de la FECOCI fueron al Consejo Nacional de Deportes a pedir la pista, porque ellos decían que la Asociación había renunciado.
“Vean qué clase de mentira era… Que era peligrosísimo darle fondos a una asociación deportiva, que tenían que dárselos a la federación directamente. El Consejo le hizo caso a una federación. Entonces, las platas que nosotros presupuestamos llegaban a la federación, pero nunca jamás llegó un cinco a las arcas de la Asociación Deportiva de Ciclismo de Pista o la de Velódromo, que había dos”.
Él tiene claro que la confederación todavía no llega y está seguro que ni va a llegar. ¿El velódromo entonces seguirá en caída libre? ¿A dónde vamos a llegar hasta el día que ya se cierre porque ahí no se puede poner una bicicleta?
“La gente que está lo hace con muy buena voluntad. Ah, sí, no, no, no, o sea, estoy claro. Pero ya no hay uno como me tocó a mí, estar todos los días ahí, tener a Carlos de entrenador todo el tiempo, conseguir las bicicletas, conseguir los pasajes, conseguir los eventos internacionales. De hecho, hay una persona que creo, hay dos, José Miguel Chacón, que le ha puesto ganas, que viene, que hace sus pruebas, que esto y que lo otro. Pero José Miguel igual, vemos lo mismo, está en sus actividades. Yo he hablado con Carlos, es de los tipos más preparados para este tema. Pero él está en sus cosas. La asociación lo mismo”.
Hoy el velódromo se está cayendo a pedazos y nadie hace nada, a pesar de que el velódromo es parte de la preparación del ciclismo de ruta. Ya lo dijo el colombiano Rigoberto Urán, que sin el velódromo no hay un buen ciclismo de ruta.
Si la asociación, al final, no logró caminar por lo que sea, porque no hubo tiempo, porque puede haber muy buenas intenciones, pero tal vez no haya tiempo, tal vez no haya conocimiento de fondo, o algo, pareciera que el camino es entregarlo a la Federación ya con ruedas y demás.
El velódromo pertenece al Estado. Remozarlo es una tarea del ICODER y cuando eso pase, que se lo entregue a la Federación. Esa debería ser la ruta correcta.
“Recuerdo que hubo un momento en que, hablando con la Dirección General del ICODER, planificamos hacer un velódromo en el mismo lugar, de 250 metros, techado y de madera. Cabe perfectamente en el centro. La idea era dejar el otro para eventos recreativos, para quienes quisieran practicar”.
“Es posible hacerlo. Hubo un momento en el que, liderados por don Héctor Campos, se tenía esa visión. En esa época, había un director muy amigo mío y con él se buscaba techar el velódromo. Se habían conseguido alrededor de 500 millones de colones, pero faltaba un poco más para completar. Al final, el proyecto se cayó”.
Según el Dr. Félix Murillo, el velódromo, así sin techo, siempre tendrá problemas. Y más en nuestro país, donde llueve constantemente. Si se pone techo y se hace bonito, habría más posibilidades de sacarle provecho.
Guatemala aprovecha a su velódromo, aunque tampoco está techado. El de El Salvador es muy similar al nuestro, aunque tiene más inclinación. En Costa Rica, el velódromo nacional se cae a pedazos y nadie hace nada.
Conversamos con el señor Félix Murillo sobre el Velódromo Nacional